Las empresas existen para producir beneficios a las personas, ya sean estas clientes, inversionistas o empleados, y sólo cuando la gente está satisfecha con los beneficios recibidos la empresa tiene una razón de ser. Pero el conjunto de beneficios no puede ser estático, mucho menos en nuestra sociedad actual impulsada por un ritmo de cambio vertiginoso. Por ellos las empresas deben salir de su zona de confort y producir innovación constante para mantener la producción de beneficios.
En los negocios nunca debemos quedarnos en la zona de confort, pues quienes lo hacen corren el riesgo de volverse irrelevantes y obsoletos hasta el punto de desaparecer. Esto es una realidad innegable en un mundo de globalización, movilidad, nuevas formas de socializar y nuevas formas de medir dichas relaciones; en un mundo donde el cliente cambia sus gustos antes de que lo podamos satisfacer y en dónde hasta los socios y empleados también exigen innovación.