El Deseo de Ser Especial
El deseo de ser especial es algo muy común en nuestros días, el cine y la televisión nos muestran lo maravilloso que parece ser aquel protagonista especial que es diferente a todos y mejor que los demás, el punto es que en la vida real intentar ser especiales no sólo no es real ni ventajoso, sino que suele acarrearnos dolor.
El deseo de ser especial en realidad es un substituto de lo bueno que debe llenar nuestro corazón, del amor. De hecho el deseo de ser especial se convierte con facilidad en una creencia que la persona mantiene celosamente oculta pero que defiende a capa y espada ante todos pero que no se reconoce públicamente porque esperamos en secreto que los demás ven lo especiales que somos sin detenernos a reconocer que somos tan especiales como cualquiera.
Los Peligros de «Ser Especial»
Las personas especiales son aquellas que suelen tener enemigos y encontrar enemigos en cualquier lugar, pues el sentirnos diferentes y no iguales a los demás es el componente esencial de la enemistad y los problemas. El ser diferente requiere juicios, que se emiten obligatoriamente por alguien que se considera «mejor», alguien que debe ser superior a quien condena, alguien que por derecho propio debe ser inocente para poder conservar la etiqueta de mejor y especial.
Por eso el deseo de ser especiales nos separa, y se convierte sin darnos cuenta en la base para atacar a todo lo que parezca inferior aunque no lo sea. Por otra parte cuando nos sentimos especiales nos hacemos frágiles y débiles, débiles ante todo aquello que parezca nuestro enemigo, obligándonos a desarrollar una armadura de dureza que termina transformando a aquellos seres especiales en seres amargos y duros de tanto esfuerzo en protegerse a si mismos para conservar y defender su ser especial.
Cuando nos hacemos especiales, adquirimos con ello un dictador interno que nos lleva a tomar decisiones erróneas, pues ser especial es una postura que requiere defensa. Como el dictador ataca a todo lo que pone en riesgo su poder, el especial ataca a todo aquello que ponga en riesgo la perpetuación de su especialismo. Porque para ser especiales debemos triunfar sobre alguien que no lo es, lo que nos llena de humillación y derrota hacia nuestro prójimo.
El deseo de ser especial nos aísla, pues ser especial no se puede compartir, ya que si lo compartes dejas de ser tan especial como eras y tú especialismo se vería en peligro. Pero acaso no estamos hechos todos a la imagen y semejanza de un mismo creador? Somos muchos para poder extendernos, para avanzar en equipo, no para golpearnos, por ello el deseo de ser especiales nos aísla en lugar de unirnos a los demás.
De lo anterior podríamos concluir que a pesar de lo que creamos, ni tu ni yo somos especiales, nadie lo es. Si creemos serlo nos vamos a cerrar a descubrir las maravillas que hay en otros, porque vamos a gastar nuestro tiempo y energías en defender lo especiales que somos. El deseo de ser especial es el que nos lleva a hacer comparaciones, pues se intuye una falta en el otro que no especial y queremos aprovecharla para resaltar. El especial entonces se fija en la supuesta pequeñez del otro y el especial se yergue en alto, como si fuese irreprochable, puro e inmaculado, sin darse cuenta de que es a si mismo a quien se rebaja. Como dijo Jesucristo según se registra en el evangelio de Mateo: «¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.»
No confundamos el concepto de «ser especial» con querer ser mejores o querer superarnos, que siempre son bienvenidos. El ser especial tiene connotación negativa, el crecer o ser mejores que nosotros mismos es parte de la esencia que permite crecer a la humanidad y siempre debemos ponernos la meta de ser mejores en todo ámbito de nuestra vida.
Pensemos entonces en todo aquello que nos perdimos siendo especiales, y en todo lo fantástico que vamos a percibir cuando consideremos amigos a nuestros iguales, e iguales a nuestros amigos, porque todos, cada uno en un ámbito diferente, somos especiales.
NOTA: Como autor de este artículo me permito compartir con mis lectores que su contenido está inspirado en «Un Curso de Milagros«. Personalmente creo que no hay forma de tener éxito en los negocios sin tener éxito en otras facetas de la vida, incluyendo nuestra salud, relaciones personales e incluso aquello que, sin entrar en detalles de las creencias de cada quien, llamamos espiritualidad.